Las primeras medidas las dirigiremos a
realizar adaptaciones ambientales y metodológicas como pueden ser:
- Comprenderle y ayudarle, tener una relación
positiva entre el alumno y el profesor.
- Hacerle
participar en clase.
- Mostrar
interés cuando está trabajando en su mesa. Acercarse a su mesa habitualmente.
- Preguntarles
habitualmente, que
salgan a la pizarra, así conseguiremos que esté más atento.
- Supervisión
constante,
mirarlo a menudo, encontrar una consigna como tocar su espalda.
- Si la tarea es muy larga, fragmentarla.
- Captar
su atención buscando estrategias mediante el contacto físico y visual.
- Anticipar
y prevenir situaciones que puedan presentar problemas.
- Supervisar
de manera especial en los exámenes,
darles más tiempo y realizarlos
orales si lo requiriese.
- Asignación
de los deberes y tareas en un formato simple y claro.
- Asegurarse
de que copian las tareas y exámenes
en la agenda.
- Si hay
alguna descripción que queramos que se aprendan y que no está reflejada en
el libro debemos asegurarnos que la tengan escrita en el cuaderno o en los
márgenes del libro.
- Realizar
periódicamente entrevistas
individuales con el alumno, de seguimiento y motivación de su trabajo.
- Situar
los pupitres de modo que se reduzca la dispersión.
- Sentarle
en un
lugar tal que le podamos tener vigilado, lejos de distracciones y de las ventanas y junto a compañeros en los que se pueda apoyar.
- Realizar las tareas con ayuda de autoinstrucciones.
En segundo lugar y no por ello
menos importante, considero que la relación entre docentes y familia debe ser fluida y regular. Informar a los padres
de todos los aspectos positivos y negativos en cuanto a conducta y rendimiento,
compartir una actitud positiva hacía el alumno y plantear unos objetivos
realistas conjuntamente.
Al igual que las familias, el equipo docente debe de coordinarse en la actuación con estos alumnos.